No sé si es la luna o es el sol, pero hay días que no parecen como ningún otro.

Las sensaciones internas se intensifican y las emociones generan una revolución mental.

Solo hay que dar tiempo a que las aguas nuevamente tomen su curso y la marea vuelva a su ritmo natural.

Y es, no sólo la espera de que ese tiempo pase, sino lo que hacemos en el para no naufragar.

Se llama no perder nunca la fe y reconocer en nuestros cambios, nuestra más clara y humilde humanidad.